
A veces me gusta introducir una nota discordante en esa armonía y madrugo para salir de casa un poco antes. Ante mí encuentro un paisaje inédito, de extraños que coinciden en horarios diferentes, o de otros habituales que dan conmigo antes de lo previsto. Me pregunto si estos últimos se sorprenden, o si a los que no me encuentran les causa extrañeza mi ausencia, al igual que me resulta extraño no cruzarme a diario con la chica del supermercado, el repartidor de la carnicería musulmana, las madres que dejan a los niños en el colegio, los dos señores mayores de paso apresurado que discuten los titulares del periódico, la chica de la cola en el pelo y las botas altas, la de las botas de trabajo, o la otra, inquietante, que siempre lleva gafas de sol para tapar un pequeño defecto en el ojo izquierdo.
Ups, a mí no me gusta madrugar tanto como a tí :)
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