miércoles, 27 de enero de 2010

Días tristes y sin paraguas

Lo mío con los paraguas es algo personal, una relación amor/odio repleta de despedidas bajo la lluvia y reencuentros tormentosos.

lunes, 25 de enero de 2010

Sábado

Los sábados me pongo ermitaño. Es algo que me viene solo, como si fuera la resaca que dejan cinco días de ruido y prisas. Sólo pienso en espacios abiertos y vacíos, en fotos de paisajes desiertos.

Galería Pasos y Días.

jueves, 21 de enero de 2010

Rebajas de enero

A menudo, por circunstancias que ahora no vienen al caso, suelo pasar ratos muertos dando vueltas por los centros comerciales. Esto hace que me dedique a observar con curiosidad entomológica este entorno. Una de las preguntas que me hago: ¿por qué no hay maniquíes que sonrían?

sábado, 16 de enero de 2010

Aguaderas

La música y el baile, la celebración... El rito del calendario: el sacrificio de los animales, la siembra y la cosecha, las almas en pena. Los cambios de estación y, en definitiva, el paso del tiempo. La música y el baile, la celebración de la existencia.

Imposible no pensar en los versos de Antonio Machado:
"Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan,
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra".
Galería Aguaderas.
Galería Pasos y Días.

miércoles, 13 de enero de 2010

Radio Patio

Vivió en mi edificio durante un tiempo, aunque nunca la vi en persona. Su presencia sólo era una voz que oía en el patio de luces. Una vez la escuché discutir con un hombre que hablaba en portugués y al que se dirigía como a un reciente amante. Tenía una voz recia y firme, voz de mujer ya madura y acostumbrada a dar órdenes sin que fueran desobedecidas, aunque al mismo tiempo procurara transmitir calma. Tal vez una enfermera, jefa de planta en un hospital, o la responsable de un comedor de educación primaria.

Su inflexión era perfecta y le explicaba al hombre en qué punto se encontraba "su historia" (una historia tal vez más larga, desconocida para mí, que tan sólo vislumbré esta conversación un par de minutos). Me imaginaba esa presencia masculina y apocada ante una mujer con las ideas tan claras, que en ese momento desgranaba con de forma razonada, ajena a lo sentimental, y argumento tras argumento, por qué no podían retomar su relación. Ella le explicaba que ninguno de los dos eran ya niños, que había estado bien, pero que tenían edad y madurez para comprender que lo suyo había acabado hacía tiempo. Ahora, dijo ella, necesitaba estar sola.

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domingo, 10 de enero de 2010

'Round About Midnight

El viernes me hice con el vinilo de Kind of Blue y me vino a la memoria que el primer disco compacto de jazz que me compré también fue de Miles Davis. La noche anterior había estado con unos amigos en un pequeño café de Madrid en el que todas las noches había jazz en directo. Era un café de poca luz y reflejos dorados, veladores de marmol y fotos de Louis Armstrong y Ella Fitzgerald colgadas en la pared. La clientela era surtida: señores mayores que traían a sus señoras para dárselas de interesantes, hippis reconvertidos, guiris americanos en su curso de intercambio, un trompetista espontáneo entrado en años y en chándal y también una rubia escandalosa con un curiosa parecido a una conocida actriz porno checa.

Recuerdo el impacto que supuso mi primer contacto con el jazz, a esa edad en la que la vida es un libro en blanco del que estamos deseosos de llenar páginas. Tocaba un cuarteto que se pasó la noche interpretando jazz al más puro estilo de Nueva Orleans y ya no puede despegarme de aquella música, de sus posibilidades infinitas.

Al día siguiente algo me empujó a buscar discos de jazz en las tiendas del centro, y allí estaba 'Round About Midnight, de Miles Davis. Cuando llegué a casa, no tardé en ponerlo. Comenzó a sonar la primera canción, la que da al título al disco, y a los pocos segundos, ahí entraba, afilada como los sentimientos a los que no se les puede dar nombre, la trompeta de Davis. Una trompeta cargada de humo para hacerla sonar a la hora en la que las mujeres se dejan quitar la ropa, o para las noches vacías de insomnio que se llenan con el ruido del camión de la basura, incluso para echar un cigarro los que no fumamos.

Tengo más discos de jazz en mi colección, pero sólo aquél me sacudió.

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