miércoles, 9 de diciembre de 2009

Alfar

Tierra, agua, fuego y, al final, el aire que seca la pintura con la que se adorna la cerámica: los cuatro elementos de la Antigüedad. Poco ha cambiado este trabajo desde entonces, desde los alfares fenicios, los romanos o los morunos, en los que la destreza del hombre es la responsable de la forma última de las figuras. Es el oficio en el que las manos se vuelven sabias.

Siempre me ha dejado boquiabierto este trabajo de dar forma al barro con las manos, tal vez porque, como enseñan la mitología clásica y también algunas religiones, los seres humanos no somos sino figuras de barro moldeados por los dioses a su imagen y semejanza.

Serie "Alfar".

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