lunes, 8 de marzo de 2010

Como en un día de fiesta


Como en un día de fiesta,
las respetables mujeres maduras
de respetables barrios londinenses
enseñaban las tetas en la piscina
a las diez y cuarenta y ocho de la mañana.

Por el desayuno desfilaba
una monstruosa parada
de tullidos, lisiados y jubilados
por obra y gracia de las británicas pensiones
de Su Majestad la Reina.

Luego estaban los tatuados,
los solícitos macarras de la happy hour
(de 17:00 a 18:00h y de 20:00 a 21:00h),
los impasibles espectadores
de dúos musicales con desconchones.

Lo mejor era volver a la habitación,
encender la tele
y encontrarnos en las sábanas blancas.

Hacer el amor y soñar
con Cabo de Gata y películas de Sergio Leone.
Como si fuera un día de fiesta.

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