No hay nada más allá de un trozo de calle en el que todas las líneas confluyen en el mismo punto: los grafittis, las paredes grises de edificios inacabados, la luz perezosa de los televisores que sale por las ventanas de los edificios y sus galerías manchadas de humedad en las que siempre hay ropa tendida.
A veces chocamos con la realidad que hay detrás de las grandes avenidas.
Otras veces chocamos con la realidad como el que se estrella contra una pared sucia.
De morros. A diario.
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